(Texto original de Osbaldo García)
Para Marx, “No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia”. “El ‘espíritu’ —dice— nace ya tarado con la maldición de estar ‘preñado’ de materia…”. Esto porque el hombre, ante todo, es un ser material. De ahí por qué el materialismo histórico es sumamente importante para entender el funcionamiento del mundo que conocemos. Pero ¿cómo “conocemos”? Todo ocurre bajo la sombra de la significación de realidades a través de lo que hemos llamado lenguaje, el cual “es tan viejo como la conciencia: el lenguaje es la conciencia práctica, la conciencia real, que existe también para los otros hombres y que, por tanto, comienza a existir también para mí mismo…; y que nace, como la conciencia, de la necesidad, de los apremios del intercambio con los demás hombres…”. (Marx)
De lo anterior, se deduce que “La conciencia, por tanto, es ya de antemano un producto social”. Miguel de Unamuno dirá lo mismo de la razón. Y confirmará la tesis de Marx, reconociendo que, incluso, el pensamiento es un hecho social, pues se trata de un dialogar con el otro. ¿Pero hasta qué punto dialogamos realmente? ¿No es acaso que sólo nos acomodamos al lenguaje formal y condicionado en que jamás decimos lo que verdaderamente pensamos?
El arte es arte de signos. Y el signo “es un estímulo —es decir una sustancia sensible— cuya imagen mental está asociada en nuestro espíritu a la imagen de otro estímulo que ese signo tiene por función evocar con el objeto de establecer una comunicación”. (Pierre Guiraud) Así, pues, cuando conjuntamos todas las voces de un grupo tan diverso como el pretendido en esta exposición, lo que encontramos es un Reflexus de la historia en movimiento. No sólo se trata de imágenes muertas, sino de conocimientos que se forman después de haber reflexionado sobre la vida misma: eso es un REFLEJO: LA CONCIENCIA COLECTIVA.
“Reflejo Colectivo Maya-Nahua” es la mirada hacia las posibilidades que nos ofrece el arte, como herramienta y fuente de re y creación del constructo universal de las ideas. Posibilidades, éstas, que sólo saben dialogar con aquél que ha aprendido a escuchar el latido de su corazón... aun estando muerto.
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